lunes, 11 de mayo de 2009

La historia del barómetro

La siguiente historia parece ser una leyenda publicada en la revista Reader's Digest de 1958, y se lo atribuyen al Dr.Alexander Calandra, que lo incluyó, relatado en primera persona, en un texto de 1961 (Enseñanza elemental de ciencias matemáticas).
Algunos se lo atribuyen a Niels Bohr, fisico danés, premio Nobel de Física en 1922, pero es muy poco probable.

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del exámen y decía: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro. El estudiante había respondido: Lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuelgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.

Realmente, el estudiante habia planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta. Correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedia la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota más alta y asi certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.

Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: Tome el barometro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio. Calcule el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por Aceler.de la G por T al cuadrado. Y asi obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podia retirar. Le dió la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo: Tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

Perfecto, le dije, ¿¿y de otra manera?? Sí, contestó, este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.

Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de éstos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usandolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precesión. En fin, concluyó, existen otras muchas maneras.

Probablemente, la mejor sea : Tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aqui tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de éste edificio, se lo regalo.

En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares).

Dijo que la conocia, pero que estaba cansado de las expectativas de los profesores, que esperaban
siempre las mismas respuestas enseñadas, y que siempre que la pregunta lo permitiese, el prefería divertirse y dar respuestas originales.
Ese día llegué tarde a mi próxima clase, pero lo que aprendí aquel día, bien lo valía.

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