lunes, 23 de octubre de 2006

Porque nos aferramos a los objetos?

A todos nos ha pasado, el ropero esta lleno de ropa que no usamos, pero siempre creemos que la usaremos la proxima temporada ....
En realidad estamos enamorados de esa prenda tan especial y no la queremos tirar. Yo conservo aun una camisa de excelente calidad, la cual vesti en la Argentina durante varios años en un trabajo (las camisas de hoy duran unos meses nada mas ....). Esa camisa debe tener poco mas de 15 años y reposa comoda en mi ropero de Tel-Aviv, y si algun dia cambio de pais de residencia, seguro que se viene conmigo.
Ya lo se, es un poco ridiculo, pero claro, no son tantos los productos tan queridos que conservo de esta manera. Hasta si parece una conducta irracional, pero no lo es.
El objeto en cuestion nos transmite forma, color y olor, y ese es el trigger para transportarnos al pasado.
El objeto puede producir sonido, y si es comestible, tambien gusto.

Como se me ocurrio escribir sobre este tema ??? Viendo ayer un ladrillo suelto tirado en la calle.
Cuando no hacia un año que era inmigrante, mis pertenencias eran tan pocas que no tenia siquiera un dispositivo de plastico para secar los platos lavados en la cocina.
Entonces me lo fabrique.
Con dos ladrillos y un estante en forma de reja de una heladera vieja lo construi.
Me acompaño durante varios meses, en la ciudad de Tiberia, Israel.
Cuando me mude a Tel-Aviv, obviamente que los ladrillos vinieron conmigo.
Despues de algunos meses mi situacion mejoro lo suficiente como para comprarme el famoso secaplatos, uno economico, de no mas de 5 dolares.
Pero los ladrillos pasaron a "dormir" en el balcon, perfectamente guardados en una bolsa de nylon.

Eventualmente los utilizaba para alguna otra cosa, pero los conservaba como si fuesen de oro puro.
Cambie de casa muchas veces desde entonces y ya no recuerdo bien cuando decidi despedirme de ellos y liberarlos a su suerte.

No digan nada, no estoy loco , y ahora, viendolo restropectivamente entiendo porque lo hice.
Por un lado esos ladrillos me traian recuerdos, y por el otro, eran una de mis pocas posesiones.
Y cuando uno no tiene casi nada, se aferra a lo poco que tiene.
Hoy mi situacion es otra, aunque a veces extraño mucho a mis ladrillos grises.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Opino que no es solamente por una relación afectiva entre nosotros y el objeto, sino porque en este mundo a la mayoría de nosotros las cosas no nos caen de arriba como maná del cielo sino que nos cuestan conseguirlas trabajos y sudores, hasta el hecho de adquirirlas, y muchas de ellas por más que nos encantarían, tenemos el acceso vedado. Por ejemplo, a poseer un jet privado, a dar en la Nasa un paseo espacial, etc. jovialiste